miércoles, 6 de agosto de 2008

ALAS - por Gabriel Velxio

Nada es eterno durante el tiempo que vivimos. Ni siquiera la mismísima soledad, sostiene ese liderazgo de inmortalidad en la vida terrenal. Es que al deambular, por tantos estadios de sensaciones y sentires, vamos engendrando nuestra propia personalidad.
Así crecemos, viciados de miedos y desconfianzas que sin premeditar van contaminando nuestro ignorado entorno.

Y a medida que los años nos maduran, ser autenticos, es todo una proeza. Casi un desacato al sistema que nos adopta. Pertenecer es parte del ser, y esa referencia de propiedad, es la que nos hace sociables para con los demas. Aun, cuando lejos de nuestro deseo, ese acto casi de sumision implique muchas veces negociar nuestro verdadero sentimiento.

Pensar para adentro y demostrar para afuera, e intentar lograr un equilibrio saludable entre el secreto sentir y la imagen externa. Que al fin y al cabo, es la que la sociedad consume.

Pero en ese intrincado espejo por donde nos miran, pocas veces pueden visualizarnos enteros. Porque desgraciadamente, en esta posmodernidad, el individualismo supero incluso al mentado egoismo. Ya no hay dos, sino uno mas uno. Y si bien el orden de los factores no altera el producto, la vida nos plantea que aplicar esa ley matemática es totalmente erronea cuando de compartir vidas se trata.

Si fueramos capaces de intentar ser lo que interiormente somos, estaremos mas cerca de evitar la alineación que el actual sistema propone. Lejos de la hipocresía del trato y alejados del cinismo voluntario que plantea la sociedad.

No seremos libres en la medida que no seamos lo que deseamos. Sin que ello implique respetar las normas que para la misma libertad -aunque suene antagónico-, son necesarias cumplir.

Esa libertad implica responsabilidad, y el no buscarla, nos hace sentir irresponsables de nosotros mismos.

Por eso, quienes proponen la resignación como designio sagrado, no solo confunden, sino que además, controlan. Porque el espiritu es libre por naturaleza, y en cada uno esta la posibilidad y el deber de intentar a diario el poder volar. Aún sin alas... pero volar al fin.

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