Octogenaria tu mirada
bordeada de sombras
que iluminan
los días que nos faltan
nuestros pasos cansinos
no detienen su marcha
por donde la ternura
destituye dolores…
Hay otro amor
después del amor
que se proclama
lentitud y sabiduría
e insurrectos al futuro
desmenuzamos cada hora
como si el reloj
acompañara el abrazo…
Nos hemos tenido
por tantas añadas
que procreamos
nuestras almas siamesas
será por ello,
que no habrá lugar
para el adiós
sino tú esperas
camino al cielo.
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